Arnoldo Fernández Verdecia es el autor de este blog que retrata el diario vivir del pueblo de Cuba, la naturaleza de su gente. Una oferta valiosa, escrita por un escritor digno. Blog audaz, de un gran hombre que escribe con un agujero en su corazón de patriota y martiano. Un testimonio, un grito de dolor, rebeldía. Amigo lector, toda las historias narradas aquí quedarán en su corazón al cerrar la última página. Es una experiencia, de verdad, gratificante y significativa, que estoy convencida, no olvidará nunca. Con honestidad supe la metáfora del Caracol que se mueve y parlotea con el mundo, y muestra sitios in-nombrados en la prensa oficial de su país, Anacahuita o Remanganaguas, donde la gente abre los ojos cada día en una Cuba profunda llena de matices. Al principio (no me da pena decirlo) me pareció demasiado oscuro, un Caracol entre un mar violento donde asoma la imagen de Martí y la cabeza arriesgada del intelectual periodista que en lo adelante se convertirá en conciencia crítica de su generación, era sin dudas un riesgo que acompañó con inmensa claridad el bardo Orlando Concepción, también retratado en estas páginas. A partir de este blog, su comunidad de lectores en todo el mundo podrá disfrutar, discrepar, solidarizarse, en fin, ejercer una democracia en lo virtual y en lo analógico, que todavía su país, Cuba, no ha conseguido crear en una sociedad real, donde lo diverso tenga valor y participación, donde la información sea más objetiva, porque no soldadea de un lado de la batalla y tengan derecho a circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento, e incluso contribuyan a modificar lo que es hoy la “política oficial”: ese es un acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y la desarrolla”. Claro está, y Caracol lo sabe, hay una burocracia que vive del “ocultismo”, y enseguida erige ciertos slogan como “hacer el juego”, “estar en la cerca”, “el coqueteo” y muchos etcéteras. Sin embargo, en este blog, hoy libro, hay una transparencia, un frescor que tiene que ver con el guajiro que lo escribe, con el hijo, el profe, el enamorado, el hermano, el protector de los animales, el fiel que no participa (como algunos) del provecho o la vendimia, sino que está dispuesto a llevar su Caracol, que pesa, pero nos sirve de casa a muchos lectores en el mundo. Mis humildes palabras son un sencillo homenaje a la grandeza, al corazón, a la calidez del poeta de bolsillos vacíos y grandes sueños, que hizo del Caracol una casa habitada por hombres y mujeres de toda la Tierra.
Arnoldo Fernández Verdecia es el autor de este blog que retrata el diario vivir del pueblo de Cuba, la naturaleza de su gente. Una oferta valiosa, escrita por un escritor digno. Blog audaz, de un gran hombre que escribe con un agujero en su corazón de patriota y martiano. Un testimonio, un grito de dolor, rebeldía. Amigo lector, toda las historias narradas aquí quedarán en su corazón al cerrar la última página. Es una experiencia, de verdad, gratificante y significativa, que estoy convencida, no olvidará nunca. Con honestidad supe la metáfora del Caracol que se mueve y parlotea con el mundo, y muestra sitios in-nombrados en la prensa oficial de su país, Anacahuita o Remanganaguas, donde la gente abre los ojos cada día en una Cuba profunda llena de matices. Al principio (no me da pena decirlo) me pareció demasiado oscuro, un Caracol entre un mar violento donde asoma la imagen de Martí y la cabeza arriesgada del intelectual periodista que en lo adelante se convertirá en conciencia crítica de su generación, era sin dudas un riesgo que acompañó con inmensa claridad el bardo Orlando Concepción, también retratado en estas páginas. A partir de este blog, su comunidad de lectores en todo el mundo podrá disfrutar, discrepar, solidarizarse, en fin, ejercer una democracia en lo virtual y en lo analógico, que todavía su país, Cuba, no ha conseguido crear en una sociedad real, donde lo diverso tenga valor y participación, donde la información sea más objetiva, porque no soldadea de un lado de la batalla y tengan derecho a circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento, e incluso contribuyan a modificar lo que es hoy la “política oficial”: ese es un acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y la desarrolla”. Claro está, y Caracol lo sabe, hay una burocracia que vive del “ocultismo”, y enseguida erige ciertos slogan como “hacer el juego”, “estar en la cerca”, “el coqueteo” y muchos etcéteras. Sin embargo, en este blog, hoy libro, hay una transparencia, un frescor que tiene que ver con el guajiro que lo escribe, con el hijo, el profe, el enamorado, el hermano, el protector de los animales, el fiel que no participa (como algunos) del provecho o la vendimia, sino que está dispuesto a llevar su Caracol, que pesa, pero nos sirve de casa a muchos lectores en el mundo. Mis humildes palabras son un sencillo homenaje a la grandeza, al corazón, a la calidez del poeta de bolsillos vacíos y grandes sueños, que hizo del Caracol una casa habitada por hombres y mujeres de toda la Tierra.


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Aviso a los lectores de Caracol de agua

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